Hace algunos años refunfuñaba cada vez que se acercaba el "Día de la Mujer". Me parecía una ofensa y era la típica que decía "¿Pero por qué me felicitan? Las mujeres y los hombres somos iguales, somos personas y no celebro días sin sentido". Así, siempre he sido de negros y blancos. Un poco radical. Hoy les quiero hacer mi reflexión sobre el Día Internacional de la Mujer actualizada. Han pasado muchas cosas en mi vida de un tiempo para acá que me han marcado, me han fortalecido y me han hecho mover tonalidades y ver las cosas de manera un poco más objetiva.
Antes que otra cosa, sí, celebro a todas las mujeres en este día. Mujeres que han tenido que elegir entre carrera y ser mamás, mujeres que no crecen en su trabajo porque deben salir temprano para ir por su hijo a la guardería, mujeres que viven dependientes económicamente al 100% porque quieren estar en casa con sus hijos, mujeres que son vistas como "tontas" porque les gusta maquillarse o ser muy femeninas, mujeres que dejan de opinar porque su palabra no tiene tanto peso, mujeres que tienen que conformarse a la realidad "que les tocó", etc.
Sin hacer de esto un espacio de crítica o queja, es un momento en el que las quiero reconocer. No somos igual que los hombres. No hay por qué compararse. Sí hacemos milagros (todo el tiempo, sin darnos cuenta). Somos más fuertes de lo que nos sentimos. Comprometidas con lo que hacemos, somos la base de la familia y eso seguirá así pase lo que pase. Somos el ejemplo de que podemos con mil y un cosas y cuando no podemos, tenemos la inteligencia de soltar. Muchas felicidades a todas por los milagros que hacen todos los días. Les dejo un abrazo virtual muy fuerte.
Adriana.
